China está en guerra contra la contaminación, el mayor problema que ha traído el desarrollismo de las cuatro últimas décadas. El explosivo crecimiento económico chino ha sacado al país de la pobreza y lleva camino de convertirlo en la superpotencia del siglo XXI, pero se ha producido totalmente a expensas del medioambiente, arrasado hasta extremos apocalípticos.
Con las ciudades cubiertas por unaespesa niebla tóxica (“smog”) que eclipsa el sol y lo vuelve todo gris, los cielos azules son un lejano recuerdo del pasado en la mayoría de las ciudades de la industrializada costa. El humo de las fábricas y de las centrales térmicas, que generan electricidad con carbón, se alía con las emisiones de los tubos de escape de los coches y el polvo que generan las obras por doquier para sumir a las nuevas megalópolis chinas en un infierno de polución que parece sacado de «Blade Runner». Una auténtica vergüenza ecológica para el autoritario régimen de Pekín, que pregona el «sueño de China» como si fuera la versión nacional del «American way of life», pero en 2013 sufrió 189 días de alta contaminación en la capital. Fuente (ABC.ES)