La excarcelación de un líder histórico de la guerrilla maoísta peruana Sendero Luminoso para cumplir arresto domiciliario tras pasar 30 años en la cárcel por terrorismo, provocó rechazo y confronta a Perú con una de las etapas más violentas de su historia reciente.
“¡Muérete basura!, ¡Asesino!, ¡Porquería”, son algunos de los gritos con los que Osmán Morote, exnúmero dos de Sendero, fue recibido el viernes por los vecinos de la casa que ocupará en la localidad de Chaclacayo, 30 km al este de Lima, donde vivirá bajo detención domiciliaria por 36 meses, según ordenó un juez.
Su llegada alteró la paz en esta apacible localidad de unos 40.000 habitantes: un grupo de mujeres inició una vigilia con la intención de lograr que el exlíder Senderista deje el pueblo donde vive su familia.
“Queremos que Morote abandone Chaclacayo, no estamos hablando de un delincuente común, estamos hablando de un terrorista, que ha causado tanta sangre”, declaró una vecina a la televisión.
Morote, de 73 años, era el jefe militar y número dos de Sendero Luminoso al momento de su captura en 1988 en Lima.