Por Miriam Mata
Luis Hernández-González administró una tienda en Miami de artículos de jardinería para interiores, popular entre cultivadores de marihuana de todo el país, algunos legales y otros no. Compraban bombillas, ventiladores y fertilizantes con nombres como “Bud Candy” y “Big Bud”.
Su negocio era tan lucrativo que tuvo que guardar $22 millones en cubos que tenía escondidos encima de un armario en su casa.
No era el negocio con traficantes de marihuana lo que al final lo metió en problemas con la ley, fue la forma en que trató de eludir las regulaciones bancarias federales. Un juez condenó el miércoles a Hernández González a poco más de cinco años de cárcel por realizar una serie de depósitos bancarios ilegales destinados a ocultar al gobierno federal su creciente fortuna. Fuente el Nuevo Herald.
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