Por Miriam Mata
El padre, Daniel Ortega , cumple 22 años como máximo mandatario del país. La madre, Rosario Murillo, es su vicepresidenta y todopoderosa mano ejecutiva del Gobierno. Sus siete hijos (Rafael, Laureano, Luciana, Camila, Maurice, Daniel Edmundo, Carlos Enrique y Juan Carlos) se reparten televisiones, radios, negocios petroleros, inversiones públicas, ensueños interoceánicos, empresas millonarias y, sobre todo, el infinito amor de la pareja presidencial. Son el clan Ortega Murillo, la “dictadura dinástica” de Nicaragua, como les bautizó Carlos Fernando Chamorro, el periodista más respetado del país, hijo a su vez de ex presidenta Violeta Chamorro.
La pareja presidencial ha edificado su poder al margen del Frente Sandinista de Liberación Nacional, rehuyendo incluso de su simbología. Daniel Ortega, con 73 años y una salud debilitada por sus problemas cardiológicos, ha entregado buena parte de su poder a Murillo, que lo usa sin disimulo. Una buena parte de la tarta, engordada durante 11 años por los petrodólares venezolanos, también se ha distribuido entre sus hijos.
El primero de la lista es Laureano Ortega Murillo, a quien sus padres han presentado en sociedad como su posible sucesor, aunque sin demasiado entusiasmo. “A Laureano lo que le gusta es la buena vida, viste de Armani y Gucci y porta relojes de 40.000 dólares. Pero sobre todo le gusta la ópera y está empeñado en ser conocido como un gran tenor, aunque desafina bastante”, adelanta el comandante revolucionario Hugo Torres, uno de los líderes del Movimiento Renovador del Sandinismo (MRS). “La pareja presidencial le ha protegido, hasta ahora, como a su delfín”, concluye el general. Fuente El Mundo ES
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