Por Miriam Mata
La nueva directora de la CIA, Gina Haspel, comenzó su carrera de 33 años como espía mientras la Guerra Fría se estaba derritiendo y cuando la Unión Soviética estaba en su ocaso, pero poco después estuvo trabajando de manera encubierta, contrarrestando a los espías rusos que continuaron sus intentos por infiltrarse en el gobierno de Estados Unidos.
La indagación en la carrera de Haspel en la CIA se ha centrado en su papel en el antiguo y brutal programa de la agencia al interrogar a presuntos terroristas, pero ella seguramente aprovechará su experiencia de inteligencia con las operaciones rusas para tomar las riendas de la agencia de inteligencia en un momento de creciente tensión con Moscú.
El presidente Donald Trump ha dicho que esta tensión bilateral es peor que durante la Guerra Fría. Todo esto se agrava con las investigaciones sobre la injerencia de Moscú en las elecciones que llevaron a Trump al poder.
El Senado de Estados Unidos confirmo el jueves a Haspel, de 61 años, como la primera mujer en asumir la dirección de la CIA después de un complicado proceso de nominación que reabrió un debate sobre las brutales técnicas de interrogatorios en uno de los capítulos más oscuros en la historia de la agencia de espionaje.
Rusia ha sido un objetivo prioritario a lo largo de la carrera de Haspel. Eso quedó claro cuando el exsenador Evan Bayh, demócrata por Indiana, presentó a Haspel en su audiencia en el Senado: “Ella es una experta, con sus ojos y nariz bien clavados en Rusia”.
Haspel, quien revistó en la Fuerza Aérea, ingresó a la CIA en enero de 1985, cuando tenía 28 años. En ese momento, el entonces director de la CIA, William Casey, buscaba contrarrestar la expansión soviética, reducir la influencia de Moscú, ganar la Guerra Fría y reforzar las operaciones de inteligencia de Estados Unidos.
La carrera más probable para una mujer en la CIA en ese momento habría sido la de una analista de la información enviada por los agentes en el terreno, pero en su lugar Haspel eligió ser una agente que reclutaba informantes y obtenía información en las calles.
No se conocen muchos detalles de la carrera de Haspel porque gran parte de ella están bajo secreto, incluidos los lugares donde estuvo asignada, pero la CIA ha proporcionado una visión general.
Su primer destino fue África, donde tuvo un encuentro memorable con la Madre Teresa. A su regreso, Haspel aprendió ruso y turco.
Para entonces, el Muro de Berlín había caído y la Unión Soviética estaba a punto de desmoronarse. Se volvieron más cordiales las relaciones entre Washington y Moscú. En pocos años, el presidente Bill Clinton intercambiaba bromas con el líder ruso Boris Yeltsin, pero la CIA vio una amenaza continua de la inteligencia rusa.
“La Unión Soviética había colapsado, pero sus servicios de inteligencia no colapsaron”, recordó Dan Hoffman, exfuncionario de alto rango de la CIA, quien conoce bien a Haspel y aceptó hablar con The Associated Press sobre su carrera. “Todavía estaban realizando trabajos de injerencia en el gobierno de Estados Unidos”, añadió.
Después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, Haspel se sumó al Centro de Lucha contra el Terrorismo de la CIA, y durante este tiempo monitoreó un lugar secreto en Tailandia donde sospechosos de terrorismo fueron sometidos a interrogatorios severos, que incluyeron la técnica de ahogamiento simulado llamada “submarino”. Fuente El Nuevo Dia
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