Por Miriam Mata
De repente la bahía se iluminó.
A no muchos metros de la costa del municipio de Puerto Colombia, en el noreste del país, se consumía en llamas y hundía el lujoso crucero alemán Prinz August Wilhelm.
Su reducida tripulación rescató lo que pudo de los días de gloria de esta nave a vapor, luego la roció con combustible y dejó que el fuego haga su trabajo.
En la noche del 22 de abril de 1918, abandonado a la deriva, con las válvulas abiertas para acelerar el hundimiento y con la cabina incendiándose, el crucero se fue alejando de la costa y desapareciendo bajo el mar.
La orden de destruir al barco había llegado desde el Imperio Alemán.
En Berlín temían que el Prinz August Wilhelm sufra un destino mucho peor: caer en las manos de Estados Unidos, país enemigo en la Primera Guerra Mundial.
Ese fue el final de una nave que fue pionera en la exitosa industria de los cruceros que parten de aguas estadounidenses hacia los paradisiacos destinos que tiene el Caribe.
Y uno de los episodios, según los expertos, más significativos en los que Colombia se vio involucrada en la Primera Guerra Mundial. Fuente BBC Mundo
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