Cuatro días después de la moción de censura que le derribó de la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy ha anunciado que se marcha por “haber llegado el momento de poner el punto final a esta etapa”.
Tal vez Mariano Rajoy haya fantaseado alguna vez con la idea de ser el primer presidente del Gobierno en abandonar La Moncloa suavemente, sin dramas ni aspavientos. Todos sus antecesores dejaron el poder en situaciones dramáticas. La maldición de La Moncloa sigue viva. El hombre previsible ha sido apeado del Gobierno en circunstancias imprevisibles. El presidente contenido en sus emociones se ha visto desbordado por un auténtico melodrama. La Moncloa devora a sus ocupantes y él no ha sido una excepción. Dejó escrito Leopoldo Calvo-Sotelo en Memoria viva de la Transición, que los presidentes acaban viviendo allí «de su propia grandeza prisioneros» y no encuentran donde poner la mirada que no sea en la gloria efímera de su poder.
Quién sabe si por eso, Rajoy cambio su despacho por un restaurante en los minutos finales de su mandato. Durante ocho horas, despachó con ministros y altos cargos en el reservado de un local madrileño, mientras en el banco azul se sentaba el bolso de su vicepresidenta al que se dirigían los líderes políticos desde la tribuna. No está nada mal para un hombre que hizo del «sentido común» el santo y seña de su liderazgo. El orgulloso gallego que presumía de normalidad se ha ido con anormal estrépito.
Mariano Rajoy, 63 años, tres décadas de experiencia política, ministro de todas las disciplinas, 14 años al frente del PP , ha sido desalojado de La Moncloa después de seis años y medio por una mocion de censura . Pasará a la Historia por ser el primer presidente al que le ha sucedido tal cosa.
Imposible no hay nada. Él siempre lo supo, aunque para bien. Cinco veces sobrevivió en condiciones imposibles. Sus pruebas de supervivencia levantaron en torno a su elevada estatura no ya un relato, sino una auténtica leyenda. Ganaba siempre. Destruía a sus enemigos con el láser del silencio. Le ganaba al tiempo a base de permanecer quieto y en completo silencio. Rajoy se sacudió todos los complejos de un liderazgo contaminado por el dedazo gracias a su habilidad, inteligencia, ingenio, cortesía, astucia, olfato y esponjosa personalidad. Todo ello combinado con algunas pizcas de perversidad, crueldad y desconfianza. Cualidades necesarias para no perecer en el mar de los sargazos de la política.
Emergió indemne de su primera derrota en 2004 , cuando fue cercado por la ira del 11M a tres días de sus primeras elecciones como candidato. Libró su gran batalla en 2008, cuando se sentó sobre sus atributos en la torre del castillo a esperar que las desorganizadas huestes enemigas de Esperanza Aguirre se cansaran de dar vueltas al foso. La crisis le dio la oportunidad de su vida. Una mayoria absoluta en 2011 Venció en la primavera de 2012 a la prima de riesgo y a los mercados que quisieron obligarle a pedir la intervención de la economía española. Sobrevivió en las urnas del 20D de 2015 a los SMS de Luis Barcenas y al estallido de la corrupción del PP a gran escala. En una gesta que él considera histórica, emergió por quinta vez de una muerte política segura en los seis meses de bloqueo que mediaron entre las primeras y las segundas elecciones. A la sexta, sin embargo, ha llegado la vencida. Y es el caso que Mariano Rajoy aún no se explica qué fue lo que falló, dado que aplicó a la moción de censura la fórmula mágica que siempre le había dado resultado. No moverse y no respirar. Pasará a la Historia como el primero abatido por una moción de censura. Fuente El Mundo ES
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