“¡No queremos ser milicos!” fue el clamor más escuchado durante la última semana en los cantones de reclutamiento, las oficinas que convocan a los jóvenes elegidos por sorteo para realizar el servicio militar, obligatorio en Chile, y que cientos de ellos tratan de eludir, según publica la Vanguardia.
Los cantones de reclutamiento vivieron el caos en los últimos días, tanto de organización como administrativo, con cientos de adolescentes, barbilampiños y acompañados por sus madres, agolpados durante horas en largas filas para solicitar su exención y no verse obligados a hacer la mili, lo que hizo que las autoridades ampliasen por un mes el plazo.
Mientras las botas militares patrullaban las calles de diversas ciudades de Chile durante los estados de emergencia decretados durante el inicio del estallido social en Chile, las Fuerzas Armadas publicaron el listado de no voluntarios llamados a las fases previas del acuartelamiento.
Un sorteo general entre todos los varones que en el año concurrente cumplen 18 años (nacidos en 2001) determinó su porvenir.
En los mejores casos pospondrán el servicio hasta acabar sus estudios universitarios; en los peores, la separación de su familia en pocos meses para entrar al cuartel.