La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) debe decidir el lunes si aplica las sanciones más duras de su historia, para castigar a Moscú por haber persistido en la trampa falsiciando datos que le había reclamado, según publica RFI.
Ninguna bandera, himno o símbolo oficial ruso en los Juegos Olímpicos o en todo campeonato mundial durante cuatro años, prohibición de albergar estas competiciones en su territorio, selecciones de deportistas “neutros”: si el comité ejecutivo de la AMA, que se reúne en Lausana, sigue las recomendaciones de su Comité de Revisión de la Conformidad (CRC) y combina la suspensión de la agencia antidopaje RUSADA con sanciones similares, a Rusia le espera un verdadero aislamiento del deporte internacional.
Pero podrá apelar ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), que probablemente tendrá la última palabra.
Esa temporada en el purgatorio supondría el enésimo episodio de una saga que empezó hace cinco años, con las primeras revelaciones de un sistema de dopaje institucional, dirigido entre 2011 y 2015 desde el Ministerio de Deportes y con la participación directa del servicio secreto FSB, según varios informes de investigación.
La entrega por parte de Moscú de miles de datos brutos de controles, almacenados en los servidores del antiguo laboratorio de Moscú, bajo la vigilancia del poderoso Comité de Investigación de Rusia, era efectivamente una condición estricta impuesta por la AMA para levantar, a finales de 2018, la suspensión anterior de la agencia RUSADA.
La instancia mundial antidopaje esperaba de esta manera sacar a la luz controles positivos que no tuvieron consecuencias, abrir procesos disciplinarios contra deportistas y cerrar el caso de una vez por todas.
Pero los expertos informáticos enviados por la AMA descubrieron que “cientos” de resultados sospechosos habían sido borrados, algunos entre diciembre de 2018 y enero de 2019, justo antes de la entrega de los datos.