La propagación del nuevo coronavirus en los territorios que controlan los talibanes constituye un nuevo enemigo para los insurgentes afganos, que siempre han presumido de su capacidad de combate, publica AFP.
Habib Rahman, un comerciante de 32 años que vive en la sureña provincia de Helmand, asegura tener “tos, fiebre y dolores en el pecho” desde hace meses.
En ese bastión de los insurgentes “no hay centro para diagnosticar o curar a los enfermos de coronavirus y no se hace ningún esfuerzo para sensibilizar sobre la enfermedad”, se lamenta.
Varios responsables talibanes contrajeron el coronavirus, según la prensa extranjera, aunque los rebeldes lo niegan.
En marzo pusieron en marcha una campaña contra el virus para demostrar que son capaces de administrar el país mejor que el gobierno.
Se publicaron imágenes de distribución de mascarillas y de jabón a los habitantes de los pueblos… pero sin respetar las distancias de seguridad.
En una de esas fotos los talibanes, llevando mascarillas y trajes de protección, tomaban la temperatura de los habitantes y les hablaban de higiene.
Cerca se veían armas automáticas.