Javier Larrea Formoso, el presidente de Bienestar Animal Cuba (BAC), la mayor organización independiente de protectores de animales en la isla, convocó hoy a una sui géneris protesta en la que exige se apruebe la aplazada Ley contra el maltrato animal.
“Convocamos desde BAC a todos los animalistas, protectores y personas que amen y respeten a los animales a que participen en nuestra campaña UNA LUZ CONTRA EL MALTRATO ANIMAL”, explicó un comunicado en la web oficial de la asociación independiente.
El texto recuerda que en el mes de febrero el régimen prometió que saldría la tan añorada LEY DE PROTECCIÓN ANIMAL. “Por eso exhortamos a todos los que simpaticen con este noble empeño a que, desde sus casas, en su ventana en un balcón, en las esquinas en los parques (dónde tantas veces hemos visto animales maltratados) encendemos una luz”.
“Puedes usar tu teléfono, una linterna o simplemente un monje o una vela. Todos juntos el domingo 21 de febrero a las 10 de la noche”.
“Febrero no puede acabar sin la ley. Cada día cuenta”, explicitó el texto.
El documento instó a activistas a publicar sus fotos en las redes sociales, para “que todos sepan que nuestra luz se levanta contra el maltrato. Borremos la oscuridad. No olviden usar la etiqueta #UnaLuzContraElMaltrato”.
Fe cristiana y dura pelea
Larrea declaró en 2019 para Global News Alliance que su fe bautista lo impulsa a una conciencia de protección a los animales.
El joven santaclareño se ha convertido en los últimos tres años en uno de los rostros más conocidos de la batalla por una Ley de Protección Animal en la isla.
Un reciente artículo de la web Cubatrendings resumió el calvario de Larrea en pos de una Ley contra el maltrato animal.
En 2020 el veinteañero creó Bienestar Animal Cuba (BAC) cuyos números, en apenas un año de trabajo, hablan por sí solos: más de 1.480 rescates, 1.770 adopciones y casi 700 miembros por toda la isla. Fundó además una revista llamada El Refugio, que ha dado voz a decenas de animalistas de todas las vertientes y conectó a los lectores cubanos con experiencias de la causa en el resto del mundo.
Si retar la estricta limitación a las libertades de asociación y expresión bajo el régimen castrocomunista no fuera suficiente mérito, súmese a todo que BAC nació en “provincia”, fuera de La Habana, y esa lejanía del centro de los distintos activismos sociales representa un obstáculo añadido.
Cada una de estas cuestiones ha supuesto un costo para el joven estudiante de Derecho en su natal Santa Clara. Cada una, también, ha generado una presión que, sumada a la de otros activistas, ha obligado al castrismo a no girar su rostro de la causa animalista y la formulación de una ley, pospuesta por 30 años.
Javier fue expulsado en 2019 de Bienac, organización animalista que codirigía en la Universidad Central Marta Abreu, por recoger firmas para insertar la protección de animales en el más reciente proyecto de Constitución.
Otro motivo fue su convocatoria para realizar una marcha de protectores de animales en Santa Clara, como a la también universitaria Beatriz Batista le permitió el gobierno local hacer en La Habana. A él, por el contrario, le fue negado el permiso y un ejército de trolles progubernamentales (conocidas como ciberclarias) lo acosó por meses, al punto de cerrar temporalmente sus perfiles en redes sociales.
Ese mismo año fue llevado ante un tribunal de autoridades universitarias para “analizar” su caso. La medida que pendía sobre él en aquel juicio político era la expulsión de la carrera universitaria si seguía haciendo uso de sus redes sociales para “instigar” acciones que el régimen consideraba contrarrevolucionarias.
La idea de que tres años de esfuerzo académico se fueran por la borda y comprometieran el futuro profesional de Javier puso a su madre al borde de una crisis de nervios. El muchacho estaba entre la espada y la pared, entre el Estado y su madre.
Y entonces creó BAC, y se alejó de Facebook e hizo lo que a tanto patriota de sillón le cuesta en Cuba: trabajar por una causa, en la realidad, en las calles a tiempo completo.
Por supuesto, los obstáculos no cesaron. En octubre de 2020 un agente de la Seguridad del Estado tocó a la puerta de Javier, y le informó que ese día quedaba bajo prisión domiciliaria.
El presidente Miguel Díaz Canel visitaba Santa Clara ese día y varios activistas sufrieron la limitación de movimiento durante horas.
El 30 de noviembre de 2020, estando Larrea en La Habana para la filmación de un documental sobre la comunidad protectora, directivos de Aniplant (única organización legalizada por el Estado para la protección animal) llamaron al celular de Larrea y solicitaron un encuentro que, aunque improvisado, fue público en el perfil de FB de la entidad.

En el post, Aniplant resumió que Larrea reclamó la presencia de varios grupos animalistas independientes en los debates y en futuros encuentros con el Ministerio de la Agricultura (Minagri), responsable de la norma jurídica bienestarista.
En el encuentro, además, Aniplant convenció a Larrea de no participar en una movilización convocada para el 1ro de diciembre frente al Minagri, donde animalistas reclamarían al régimen por la distensión en la firma del Decreto.
La periodista Yania Suárez reportó para Diario de Cuba, que la activista Verónica Vega consideró la reunión de Larrea con Aniplant “un golpe de estado” al movimiento animalista cubano.
Recientemente su esposo, Yasser Castellanos, posteó “No creo en Javier Larrea”, a lo que el activista exiliado Jimmy Roque contestó que esa actitud únicamente beneficiaba a la Seguridad del Estado.
La web Cibercuba recogió el 9 de febrero pasado un post extenso en el perfil de Facebook de Larrea. El joven se definió como activista animalista y ambientalista, no político, aunque explicó que el movimiento animalista es heterogéneo y lo integran personas con ideas y opiniones diferentes en otros temas.
“Mi lucha está dedicada al bienestar animal; ese es mi campo de batalla y no otro. Me encuentro en un movimiento de contenido ecológico, ambientalista y hasta social, pero no político y mucho menos político ideológico”, aseveró.
Larrea también defendió su derecho a reunirse con instituciones que se lo han solicitado, como la Aniplant y el Minagri, porque ve posible crear un plan de acción a favor de los animales, pese a las críticas de algunas personas que lo acusan de haber pactado con esas entidades.
Un comentario en redes sociales cuestionó por qué el movimiento 27N es aplaudido por su persistencia en dialogar con el Ministerio de Cultura, y Larrea es atacado por reunirse de manera pública una ocasión con el Minagri para criticar la desprotección de los animales en el país.
“Mi único pacto es con los animales. Y con las personas honradas y sensibles que, como yo, los defienden. Me reúno con quien me invita a reunirme si el tema es cómo vamos a ayudar más y mejor a los animales. Y estoy abierto siempre al diálogo con cualquier persona o institución cuya intención sea esa. Creo que tendiendo puentes y no levantando muros es como ayudamos mejor a nuestra causa animalista”, continuó Larrea en su post del 9 de febrero.
A todas luces, el estudiante universitario “fue manipulado por Aniplant para evitar la movilización, cuántos de los que hoy lo critican no cayeron en esa trampa antes de abrir los ojos, pero de ahí a decir que pactó con la dictadura o es usado por la Seguridad del Estado para ‘controlar’ el animalismo en Cuba va un buen trecho”, dijo Mayda López, protectora de animales habanera.
*Con información de LuzVisión
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