Socialistas cubanos tratan de “distanciarse” del Partido Comunista, pero reproducen su lenguaje

¿Han oído aquello de que la mona, aunque se vista de seda, mona se queda? Pues la mejor representación de ello se acaba de vivir en Cuba, con la formación del grupo socialista Solidaridad 11J.

La web marx21.net sintetizó el suceso así: “La iniciativa proviene de activistas y grupos de la pequeña pero creciente izquierda independiente en Cuba” que busca abrir “las puertas a un socialismo realmente democrático y de iguales”.

Esto último ya ha sido logrado por el Partido Comunista, aunque se niegue a reconocerlo el documento, pues más de ocho millones de cubanos vive por debajo del umbral de la pobreza del Banco Mundial, es decir, con menos de 117 dólares estadounidenses al mes, según una encuesta realizada en hogares cubanos entre junio y julio de 2021. 

Es decir, los cubanos somos iguales en la pobreza, la única igualdad que han logrado garantizar más de 100 años de sistemas colectivistas.

En su comunicado inaugural los socialistas cubanos “independientes” tratan de distanciarse del Partido Comunista, pero el subconsciente les juega una mala pasada y terminan reproduciendo su mismo lenguaje. Para Solidaridad 11J los cubanos que gritaron ¡Libertad! los días 11 y 12 de julio de 2021 lo hicieron por “las hostiles sanciones estadounidenses, en el marco de una política de agresión y bloqueo que cumple ya 60 años”, y por “la incapacidad de la administración del país para solventar las más básicas necesidades del pueblo”.

La crisis, al parecer, es apenas producto de un enemigo externo y de una mala administración, no es casusa del sistema en sí. No tiene nada que ver, por supuesto, la economía centralizada o la represión a las libertades individuales consustanciales al colectivismo marxista.

Como tarde llegaron los miembros del Partido Socialista Popular a la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista, ahora los miembros de Solidaridad 11J hacen entrada tardísimo al reclamo por los presos políticos, casi un año después de las manifestaciones.

Llegan, además, haciendo lo que mejor saben: dividir. Entran horadando la causa en torno a la cual se ha generado la mayor unidad en los últimos años, la liberación de los presos políticos.

Ahora dicen los de Justicia 11J, que “la derecha respaldada por Estados Unidos y partidaria de sus ataques existe”, pero que ellos no son “esa derecha”. Es decir, la iniciativa de la izquierda es legítima, la de otros grupos no porque está aupada por el Imperio. ¡Puaj!

Dividen, además, por “lugar de residencia, el color de la piel, el género y otras categorías de exclusión”. Sin embargo, no mencionan que en La Habana (donde se vive un poco menos la miseria que en el resto de la isla) se dieron las más grandes protestas o que la inmensa mayoría de los reprimidos son hombres. Dividir, dividir, dividir.

En el plano político, como ya lo ha hecho la continuista de la tiranía Karima Oliva, ellos tampoco quieren coexistir con la derecha u otro grupo que no aplauda sus desvaríos. Los socialistas no quieren libertad, sino más Socialismo, y el Socialismo; lo estamos viviendo en Cuba por más de 60 años, es antónimo de libertad.

Esta perfecta sintonía de fondo revela que los izquierdistas que aspiran al poder y aquellos que están en el poder son los mismo, y que no existe tal cosa como socialista oficialista y socialista independiente, sus bases son idénticas: instrumentalización de las diferencias para la división de la sociedad, elitismo, y exclusión y represión contra el disidente.

Y ahí radica la principal diferencia con iniciativas que no salen de la arrogancia “intelectual” de una minoría -los marxistas en este caso-, sino de gente sencilla y motivada desde el amor como la familia García-Lorenzo, en Santa Clara.

Ellos, parte de una comunidad de fe bautista y conservadora, idearon algo que en verdad aporta a los reclusos y a sus familias: la colecta “Ayuda a los valientes del 11J”, para mandar alimentos y aseo a los presos políticos y aliviar el gasto de los hogares en medio de un nuevo pico de carestía generalizada.

A la par que los García-Lorenzo reclaman la liberación de Andy, joven de la familia arrestado durante las protestas, establecen alianzas con grupos de la sociedad civil como iglesias o el Foro Antitotalitario Unido para visibilizar su causa y acompañar a otras víctimas de la represión.

La iniciativa de los García-Lorenzo y otras tantas más no piden afinidad ideológica para participar, sino buena voluntad. No atacan a otros sectores de la sociedad desde una pretendida superioridad moral, sino que apelan al sentido de justicia.

Si Solidaridad 11J desencanta por su comunicado iniciático, no mejora al ver la lista de firmantes nacionales, que incluye a un enemigo de la libertad de expresión como Maykel González Vivero, Miguel Alejandro Hayes, que justificó “la labor de los Órganos de la Seguridad del Estado” contra periodistas y medios independientes; y al tatuador Roberto Ramos Mori que ha alternado sus últimos años recibiendo contratos de entidades del régimen como el Ministerio de Cultura, y burlándose de presos políticos.

El grupo de signatarios internacionales tampoco es mejor. Uno de ellos -expuesto como reliquia por Solidaridad 11J en un post aparte-, el marxista francés Étienne Balibar, ¡firmó el 23 de julio de 2021 una carta que pedía, no al régimen castrista la libertad que reclamaban días antes los cubanos, y sino a Joe Biden el fin del “bloqueo” (embargo) estadounidense! Esa es la empatía que tiene por las víctimas del totalitarismo.

Solidaridad 11J atraca, así, en el negocio izquierdista de vender aire frito, junto iniciativas como Black Lives Matter Global, que lloró la muerte del dictador Fidel Castro, o la sugerencia de Frei Betto a los cubanos de freír cáscaras de papa para soportar el hambre.

 

*con información de Archivos del Neocastrismo

 

 

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